Sus proyectos son tan perfectos, que las críticas que acusaban de inteligencia artificial a sus vídeos llevaron a Xing a grabar cada proceso de construcción. Él mismo diseña las maquetas en ordenador, elabora planos y consigue materiales para dar forma a este particular universo. Mientras tanto, su hijo de tres años disfruta a diario recorriendo la ciudad, acompañado por las mascotas. Además de la dedicación en espacio y recursos, el mayor reto, según el propio Xing, es grabar a los escurridizos protagonistas. Sin embargo, las visitas y la fidelidad de los seguidores le proporcionan ingresos suficientes para continuar ampliando esta Cat City, convertida en uno de los proyectos más sorprendentes de internet dedicados a los animales.